Comentario
Las primeras referencias relacionadas con Viena se remontan a la Prehistoria, a los momentos iniciales de la Edad de Piedra. En estas fechas la región que rodea la ciudad comenzó a poblarse. La fundación de la urbe se fecharía en torno al año 800 a.C. al documentarse asentamientos de la Edad del Bronce en el lugar ahora ocupado por el Hoher Markt.
La cultura de Hallstatt, que se desarrolla en la Edad de Hierro, tendrá su momento de máximo esplendor en los alrededores de Viena, entre los años 750 y 400 a.C. Con el nombre de Hallstatt la Prehistoria designa un cementerio de más de 200 tumbas en suelo llano, tanto de inhumación como de cremación, con ajuares muy ricos. En estas tumbas, llamadas de los guerreros, exploradas y estudiadas entre los años 1824 y 1939, se encuentran algunas de las primeras espadas de hierro fabricadas en Europa. Las gentes enterradas en este cementerio, ubicado al sudeste del lago homónimo de Hallstatt, pertenecían a una comunidad de mineros dedicados a la explotación de las minas de sal de roca abiertas en las laderas del Salzbergtal, lo que motivará su riqueza y la disposición de los recursos necesarios para dejar establecida la industria y la armamentística del hierro.
Los celtas conquistaron la región de Viena hacia el año 400 a.C. Este territorio se mantendrá bajo hegemonía celta hasta que en el año 15 a.C. el ejército romano, atraído por sus valiosos recursos naturales, ocupa la región de Noricum, incorporándola a la provincia de Panonia. Para defender la cercana ciudad de Carnuntum se establece la guarnición de Vindobona, ya en el siglo I de nuestra era. Esta guarnición será el verdadero germen de la actual ciudad de Viena. Su emplazamiento, en el límite de las llanuras húngaras, la convertía en un lugar muy vulnerable ante las presiones de los pueblos bárbaros. No en balde, en Vindobona fallecerá el emperador Marco Aurelio luchando con las tribus bárbaras en el año 180. Setenta años más tarde la guarnición alcanza el rango de ciudad. Su población ronda ya los 20.000 habitantes.
Durante el Bajo Imperio las presiones de los bárbaros serán continuas, intensificándose en los años finales del siglo IV. Las tropas romanas se retiran de Vindobona en 405, dejando la ciudad totalmente desguarnecida. Los hunos no dudarán en arrasar y destruir Vindobona veinte años más tarde.
Los siglos VI y VII se caracterizan por las continuas invasiones de tribus de godos, lombardos, eslavos y ávaros, perdiendo la región toda importancia.
Será Carlomagno en el siglo IX quien integre la ciudad en la marca oriental del Sacro Imperio Romano Germánico, haciéndose la primera mención a Wenia en el año 883. Sin embargo, las presiones externas -ahora procedentes de las tribus húngaras que invaden la marca oriental en 909- continuarán hasta que el emperador Otón I, en el año 955, las expulse de la marca, denominada Ostmark, restableciendo el cristianismo y las fronteras. Para una mayor protección del territorio, el emperador lo cedió a los Babenberg, una noble familia de origen alemán. El margrave Leopoldo inicia el gobierno de esta dinastía, que restaurará la importancia comercial y cultural de la ciudad. Los Babenberg gobernaron Viena durante casi tres siglos, sufriendo en varias ocasiones los ataques y sitios de los húngaros. Para evitar los continuos ataques, la ciudad se fortifica en 1137, diez años antes de la consagración de la catedral, Stephansdom.
La muerte del duque Federico II en 1246 durante un nuevo enfrentamiento con las tropas húngaras supondrá el inicio del llamado Interregno. En estos más de 30 años el premislita Ottokar II se hará cargo del gobierno de la ciudad, hasta ser despojado del poder por Rodolfo I, iniciándose los 640 años de soberanía de los Habsburgo. Una de sus primeras iniciativas será la de otorgar a Viena el estatuto de ciudad, salpicándose sus calles de instituciones religiosas, entre las que sobresale Maria am Gestade, la Augustinerkirche y la Michaelerkirche. Otro de los episodios más importantes de esta época medieval es la fundación de la Universidad en 1365, gracias al apoyo del duque Rodolfo V.
En 1438 el duque Alberto V es elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Desde ese momento, Viena se convertirá en capital imperial, honor que ostentará hasta el fin de la Primer Guerra Mundial. Sin embargo, este hecho no evitará que las luchas con los húngaros continúen. En este contexto, el rey húngaro Matías Corvino ocupa la ciudad en 1485.